“HAZ
BIEN Y NO MIRES A QUIEN”
Premisa de vida de las realmente buenas, ser capaz de cumplirla sin ningún
tipo de interés personal (y sin ser carmelita), es algo que honra al individuo
que lo pone en práctica.
Ser desinteresado es algo muy complicado (yo
quiero un descapotable para mí, no para mi vecino), difícil de conseguir,
supone un esfuerzo personal considerable, sacrificar tu propio interés o
comodidad es algo que hace saltar las alarmas de nuestro maravilloso y socialmente
“bien alimentado” egoísmo, dando como resultado una respuesta negativa por
parte de nuestro cerebro (que cojones voy ayudar yo a nadie por nada, eso es lo
primero que nuestra maligna mente piensa, la culpa no es nuestra es de la
sociedad), vamos que “no” y punto. Es mejor pasar de los problemas ajenos, que
demostrar que podemos ayudar al prójimo, no me refiero a irte al Congo a
vacunar a los nativos del país, ni a salvar al gorila montañés, basta con
echarle un cable a los demás, a alguien de nuestro entorno, simplemente
realizar actos que conlleven consecuencias favorables para otros, pero que
tiene como pega, que nadie va a enterarse de tu buena obra, ni vas a tener el reconocimiento
social de los demás (vamos que nadie te va a hacer una estatua, ni la ola, ni una
medalla, ni nada de nada).
Unos ejemplillos:
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Darle a un colega tus zapatillas de
basket (que por supuesto no te pones nunca) porque él las necesita. Donarle tus
jerséis, que tienes apalancaos en el armario, a tu hermano, pasarle a tu madre
esa fase tan chunga en la Nintendo DS.
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Recoger los calzoncillos sucios que
tiras al suelo de tu habitación habitualmente y llevarlos hasta la lavadora,
introduciéndolos en la misma. Cerrar la tapa del váter después de orinar; cambiar el rollo de
papel higiénico y tirarlo a la basura,
en lugar de dejar el cartoncito para que lo cambie el próximo que lo tenga que
utilizar. Hacerte la cama de vez en cuando, levantarte a por el vaso de agua en
lugar de pedirlo, etc.
Pequeños detalles
que harán que las lumbares de tu madre se resientan menos al no tener que
agacharse a por tu ropa sucia, también evitamos que la mujer se ponga de los
nervios al ver la tapa del váter abierta con un recuerdo “nocillero” de nuestra
parte (estas cositas no son buenas para la tensión arterial de nuestra madre).
Dejar de
ser un gañan y un desordenado, afecta positivamente a los que te rodean en el día a día,
aunque sea indirectamente, claramente tu madre no va ir a tu habitación a
besarte y elogiar lo limpio que eres, más bien dará gracias a Dios porque
parece que al fin estas dejando de ser un gorrino integral (aunque en su
interior sabe que probablemente este comportamiento no te va a durar mucho).
La predisposición a
beneficiar a otros sin esperar nada a cambio es fundamental para poder cumplir
con esta “premisa de vida” y como resultado de su realización obtendremos una
gran satisfacción personal (también descubriremos donde está la lavadora), que
nos hace sentirnos mejores personas en general, y claro esta una mejora de
nuestro “karma personal”, ya que al “recoger lo que sembramos”, es mejor que
sea bueno lo que cultivamos, aunque a veces ni eso sirve para nada en este
mundo lleno de, como diría Antonio Recio, “hijos de puta”.
SED BUENOS NIÑOS Y
NIÑAS.
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