domingo, 17 de mayo de 2015

LOS NUESTROS

                            
 
 
                                      Si algo he aprendido de esta vida, es que, es muy importante la gente que nos rodea y realmente nos aprecia, la palabra “amor” en sus distintas esencias es provocada por nuestros apegos, desde los más puros, como el amor por los hijos propios o de nuestros más cercanos, o el que podamos sentir por la persona con la que compartimos nuestro camino, un amor libre de interés y entregado con plena libertad, así como el que sentimos por nuestros padres, hermanos y demás familiares, sin dejar de lado a nuestros verdaderos amigos (que en más de un caso podemos considerar como nuestros propios hermanos de sangre).

Unido a la pasión, nos entrega al riesgo de lanzarnos sin remedio a los brazos de la otra persona, el fuego de la misma, la aparición de la devoción por la persona amada, como resultado de la unión de nuestros sentimientos de felicidad, entusiasmo, ilusión y anhelo. Todo ello nos hace capaces de las más nobles de las acciones, nos permite olvidarnos de nuestro egoísmo, de nuestro individualismo, de nuestro ombligo a fin de cuentas, y de esta forma anteponer los sentimientos del otro a los nuestros propios, para así poder satisfacer sus necesidades de comprensión y felicidad.

Es algo único en su especie, ya que al unirnos con otra persona hasta este punto, obtenemos un grado de satisfacción enorme para con nosotros mismos, alcanzamos niveles de felicidad de proporciones desmesuradas, y creamos en torno a ese “amor” que nos une, todo un sinfín de proyectos e ilusiones compartidas, que dan como fruto otras clases de amor.

Está claro que cuando un sentimiento tan fuerte se rompe o no puede seguir su camino, por el motivo que sea, su pérdida arranca todo lo bueno que nos aportaba, esperanza, ilusión y alegría se transforman en el más horrible y oscuro de los tormentos. Pero no voy escribir aquí sobre esto, todos lo hemos pasado mal por culpa de nuestras relaciones fracasadas, todos conocemos en mayor o menor medida el sinsabor tan doloroso que provoca en nuestros corazones el desamor.

Esta más que claro que no disponer de un hombro sobre el que poder consolarte cuando las demás luces se apagan, es algo muy triste y doloroso, pero cuando se dispone de ello, tener a tu lado a esa persona que cree en ti, en tu valía y en tu buen corazón, ayuda a salir de todos los pozos en los que un hombre o una mujer pueda llegar a caer.

Una vez estando en clase, solo en mi sitio, ya que mi compañero estaba enfermo y no había ido ese día, un profesor (de inglés, creo recordar), le pidió a una compañera, que estaba en la misma situación que yo, que ocupara el sitio de mi colega ausente, se dirigió a ella con esta frase “siéntate aquí con él, que el hombre no está hecho para estar solo”. Seguro que habéis oído esta frase en otros sitios, pero a mí siempre me pareció mítica por su contenido, porque está clarísimo que es una verdad como un templo, ya que una persona cuando se queda sola, y no tiene el apego de otros, poca felicidad puede alumbrar su vida.

La familia es una fuente inagotable de afecto, por muy mal que te lleves con tus padres o tus hermanos (salvo casos extremos), al final siempre existe un vinculo de “amor” entre todos, que hace que por muy mal que hayan ido las cosas, por muchas malas acciones que se hayan cometido, siempre se pueda abrir una puerta a la reconciliación.

Los padres siempre están ahí para sus hijos, protegiéndolos cuando niños, intentando orientarles para que hagan algo útil con sus vidas, ayudándoles en todo lo que pueden, sacrificando muchas cosas en sus vidas para que sus hijos puedan vivir felices y despreocupados. Puede que te exijan más o menos cosas, puede que a veces se equivoquen como lo hacemos todos, pero nunca pierden la fe en sus “pequeños”, en los que siempre han depositado todo el afecto que llenaba sus corazones. Pero al final de todas las cosas se conforman con verte feliz o medianamente bien, y siempre te ayudaran cuando lo necesites, por muy cabrón que hayas llegado a ser con ellos.

No vivirán eternamente, y al final de su camino, aun tendrás senderos que recorrer sin ellos por delante, debemos aprovechar el tiempo que tenemos en común con ellos, no estando todo el día dándoles el coñazo, pero si haciéndoles ver con nuestros actos y nuestra mirada, ese “amor” que sentimos por ellos, y que hará que nuestra mente y nuestro corazón les mantenga perennemente a nuestro lado cuando ya no estén con nosotros.

Tarde o temprano ocuparemos su lugar en nuestra propia familia, y serán otros, nuestros hijos, los que tendrán esos buenos sentimientos cuando al final de nuestros días nos vean marchar.



Los sobrinos (hijos de nuestros familiares y amigos), así como nuestros propios “peques” serán los grandes soles que iluminen nuestras vidas a lo largo de los años, dándonos felicidad, a través de sus mofletes, sus manos rechonchas, su inocencia absoluta y sus ojos llenos de interés e ilusión por todas y cada una de las cosas que les rodean, nos darán la fuerza para seguir tirando hacia delante, sea cual sea la adversidad que se nos presente (laboral o sentimental), y seremos capaces de cualquier cosa con tal de protegerlos y ayudarlos.

Sin duda serán el “amor de nuestras vidas”, muchas veces he oído a la gente hablar de esta frase, para darle un mayor grado de importancia a sus sentimientos respecto a su pareja, pero realmente ¿alguien puede ser el amor de tu vida?, yo creo que sí, pero me da la sensación de que cuando tengas a tu niño rechoncho entre tus brazos, el concepto “amor” se redefinirá en tu cerebro en cuanto te agarre con sus manitas uno de tus “dedazos”. ¿Puedes llegar a sentir lo mismo, por un hombre o una mujer?, la verdad es que no tengo ni idea, porque yo no soy padre, solo soy tío, y la verdad, es que particularmente me llene de amor cuando entre a la habitación donde estaba mi primer sobrino, y vi aquella cosa tan pequeña y rechoncha, y lo primero que pensé fue “te querré siempre y nunca permitiré que te pase nada malo”, así que supongo que si el niño es mío, me va a dar un subidón tremendo, ya que encima, para su desgracia, seguro que se parecerá a mí.

Por ello creo que por mucho amor que pueda llegar a sentir por su madre, el que sienta por él o ella, no tendrá comparación, ya que creo que el amor de un padre por sus hijos es tan inmenso, que nada puede comparársele. Una pareja puede separarse, dejar de quererse, incluso odiarse mutuamente, pero siempre tendrán en común el inmenso y desinteresado amor que sienten por sus niños.



EL AMOR ES EL MAS GRANDE DE LOS SENTIMIENTOS HUMANOS NO CABE DUDA ALGUNA.