Por muchos
defectos que podamos tener, todos en nuestro interior tenemos un mecanismo que
nos permite encontrar las imperfecciones de los demás (las tengan o no) y de esta
manera sentirnos superiores al individuo de turno.
Este fenómeno,
común en todos los humanos e implantado socialmente por “vete tú a saber quien”,
es realmente lamentable ya que en lugar de permitirnos apreciar las capacidades
de los demás (basadas en la honestidad, la inteligencia y el esfuerzo en
general), lo que hace es destruir a esas “personas” buscando sus puntos débiles
haciéndonos sentir por encima de ellos, yo lo llamo el efecto “Soy
el mejor”.
Y que mejor (valga
la redundancia) que una serie de ejemplos para clarificar mi teoría, el efecto
es diferente en hombres y mujeres (nosotros somos más básicos), así que empecemos por los hombres (el burro delante para que no
espante).
-Conocemos a un tío que
tiene dos carreras, tres masters y un curro de puta madre-
Nuestra reacción natural
en un principio es la de admirar la capacidad de ese tio para haber conseguido todo lo que
tiene, ya que tú mismo sabes que ni de coña hubieras conseguido ni la mitad de lo que él tiene, esta es la manera natural de funcionar, luego en función de que el tío
sea más o menos simpático pasamos a admirarle o a cogerle manía (esta segunda opción prevalecerá
sea buen tío o no, en cuanto te enteres del pastón que gana al
mes).
Según vayamos tratándole iremos sacándole defectos,
tanto físicos como mentales, si es gordo, feo o enano, la cosa se soluciona rápido
(siempre que tu no lo seas o al menos no te lo consideres), te sentirás por
encima suya rápidamente, y le harás ver con tus sutiles comentarios "se nota
que estas todo el día sentado, menuda barrigaza macho,jajajajaja", esos defectillos que tiene el pobre.
Tu “yo interior” queda plenamente
satisfecho, es un gordo con cara de patán, un pobre imbécil que pilla menos
cacho que Carlton Banks, mientras tú eres más guapo, alto, musculado y seductor.
Una vez te aferras a tu “superioridad física”,
el “modus operandi” a seguir es el siguiente: poner al pobrecillo de subnormal para arriba con otro a sus espaldas (menos mal que tiene dos
carreras, tres masters y trabaja para alguna supercompañia internacional), pero
tú con dos cojones “mira el empollón bobainas este, lo único que sabe hacer es
estudiar, seguro que luego no sabe hacer la “o” con un canuto”, probablemente
seas tú el que no la hace ni con un molde, pero el tema es convencerte de que
tu eres mejor que él, que eres más guapo y encima tienes la osadía de querer
ser mas “listo” que él. No hace falta decir que tu interlocutor (que es otro patán), te dice a todo que si para sentirse también por encima del empollón
de turno.
Así que se le pone verde, pero eso sí, él gana 4500 euros al mes sentado en su despacho y tú 700 currando en el Carrefour (está claro que eres mucho mejor que el gordo, feo , enano y subnormal ese).
Así que se le pone verde, pero eso sí, él gana 4500 euros al mes sentado en su despacho y tú 700 currando en el Carrefour (está claro que eres mucho mejor que el gordo, feo , enano y subnormal ese).
Las mujeres son mas precisas e inteligentes que los hombres, el efecto “Soy la mejor” es mucho más duro y
peligroso.
Ellas son
capaces de conseguir hundir a otra fémina hasta la más absoluta de las
miserias. Las chicas aprovechais mejor los complejos, y sabéis detectar las imperfecciones
de las demás que os rodean sin mucho esfuerzo, es decir, sabéis como golpear y
sobre todo donde, y con una precisión milimétrica.
Ejemplaco:
-Chica nueva en la
oficina, más alta, guapa, delgada y mejor preparada que el resto para
desarrollar las funciones de su puesto de trabajo-
Pobrecita mía,
se va a cagar viva, se la van a comer en menos que canta un gallo, el efecto “soy
la mejor” surgirá en todas las féminas circundantes a su mesa, todas y cada una de sus compañeras la odiaran de inmediato, y se formaran
corrillos con el objetivo de empezar a definir sus defectos físicos más
evidentes (evidentemente “Manolita”, llamémosla así, aun no ha abierto la boca).
Si es alta, es desgarbada y tiene el
culo gordo (lo tenga o no), si es baja es un tapón y una culo gordo (lo del
culo es muy recurrente para vosotras y lo sabéis), si es muy guapa esta
operada, alguna conseguirá ,a base
de insistir, convencer al resto que es una narizotas o que tiene orejas de
soplillo aunque sea mentira claro.
Si esta buena malo, se acercaran a ella
para adularla y poco a poco ir dándole cuchilladas a su ego en plan “cari que
patitas de gallo te están saliendo”, “amor, ese vaquero es súper chulo pero ¿no
te aprieta un poco en los muslos?”, cositas así irán mermando la autoconfianza de
la chica, sintiéndose, absurdamente, gorda y fea.
Si es muy inteligente y físicamente normalita
o poco agraciada, simplemente será una víctima de las otras, que aunque inferiores en intelecto, están más
buenas, por lo cual se aprovecharan
de ella a todos los niveles, y por supuesto la trataran como a su mascota,
vamos que será objeto de alguna que otra humillación (solo hace falta
cuatro tías diciéndole a otra lo mal vestida que va, para hundirla de por
siempre en la miseria).
El efecto “Soy la mejor” es una
constante fuente de odio y estrés entre las féminas, ya que siempre están compitiendo
entre ellas, esperando su momento para destronar a la que consideran “la guapa”,
buscándole las cosquillas a la que les contesto mal frente a la máquina de café,
sacándose defectos unas a otras, traicionándose a diestro y siniestro.
Lo más impactante es que parecen
las mejores amigas del mundo aunque realmente se odien las unas a las otras (con
todo su corazón) y se acuchillen por la espalda a la primera oportunidad, en su entorno laboral.
Conclusión: somos unos cebollinos,
envidiosos y ególatras, siempre tenemos que ser mejores que los demás, eso sí,
sin mover un dedo para serlo, de esta manera nuestra conciencia queda tranquila
para seguir siendo lo que somos.
Moraleja: No debemos faltar a los demás
simplemente por haber conseguido con su esfuerzo y tenacidad lo que hubiéramos querido
para nosotros mismos.