sábado, 13 de octubre de 2012

MAREAR


 
                                                            


                                                   Suele considerarse el mareo el hecho de sentirse indispuesto por una serie de circunstancias que escapan a nuestro control (bueno, en algunos casos con Biodramina es mucho más fácil de superar) por los cuales nos encontramos muy mal, con ganas de vomitar, incluso dolor de cabeza. Lo suele provocar factores como el vértigo, la navegación, ir de fardo en un coche o una circunstancia externa por la que nuestro cerebro no es capaz de procesar con claridad y se alía con nuestro estómago para darnos el día.

El diccionario define el mareo de la siguiente manera: “desasosiego o turbación de la cabeza y del estómago que se experimenta en, por ejemplo, la navegación”.

Bien, una vez definido el término, lo cual me ha permitido empezar de un modo interesante esta entrada, os comunico que no me refiero a este tipo de mareo ni por asomo (¿impactante verdad?), aunque tiene algunos puntos en común, como son los dolores de cabeza (de tanto darle vueltas) y el dolor de estómago en algunos casos (ya me entenderéis).

El mareo al que yo me refiero es de otro tipo: es aquel que todos hemos vivido en nuestras carnes en más de una ocasión a lo largo de nuestras vidas, no nos lo ha ocasionado un coche, un hidropedal, ni la brasa de nuestra querida “yaya” Paqui.

                      Me explico: a lo largo de nuestra existencia vamos conociendo personas que nos hacen ver las cosas desde otros puntos de vista, que nos aportan su amistad, su amor, su comprensión, su dinero (pocas veces) y su visión de las cosas, dando a nuestra perspectiva de la realidad nuevos matices que van dando forma a nuestra manera de pensar y obrar en determinadas circunstancias. Pero luego existen otros “seres” que lo único que nos aportan son dolores de cabeza y situaciones lamentables.

Algo que está sobrevalorado en los tiempos que corren es la “sinceridad”, todo el mundo dice que “va de frente”, que las cosas hay que “dejarlas claras” y que no hay hueco para los tapujos, las mentiras ni las medias verdades. Se critica sobremanera a las personas que consideramos “falsas”, porque simplemente no nos caen bien y nos ponen buena cara cuando les vemos, con el fin de que les dejemos en paz lo antes posible, anteponiendo sus intereses a los nuestros, es decir, que en el fondo y sin llegar a coger el cubo todos somos muy falsos con los que nos importan una mierda y mejores (al menos un poco más) con los que simpatizamos.

Bien, al ser todos tan guays y tan echados para adelante, con más cojones que Rocky cuando se curra con Ivan Drago, lo que no me entra en la cabeza, en una sociedad tan abierta, plural y digna es por qué jugamos unos con otros como si fuéramos unos titiriteros y el bobo/a de turno nuestro títere.

                             A partir de esta hermosa reflexión es cuando voy a empezar de verdad a explicar lo que es un auténtico “mareo” entre dos seres humanos.

Es bastante sencillo, el sujeto que marea será A que conoce al sujeto B (el futuro mareado). En un principio entre ambos surge química, quedan juntos, se divierten y se lían (puede que se acuesten inclusive), pero pasa el tiempo y el sujeto A empieza a no querer saber nada del sujeto B. Lo lógico en este caso sería que A le comunicara a B sus intenciones hacia él, que en este caso es darle puerta y no querer saber nada de él en lo que le queda de vida; esto no es nada malo, simplemente A pasa de B, así que lo mejor es dejarse de memeces y cada uno para su casa y tan contentos (más A que B). Pero si esto pasara entonces no sería un “mareo”, sería lo que debe pasar. El mareo surge cuando A no tiene el valor necesario para decirle a B que no quiere nada más con él, entonces es cuando se producen los más lamentables hechos, ya que si B sí que quiere saber de A, entonces se esforzará en agradarle, en establecer contacto para hacerle ver su interés, haciendo el ridículo realmente, porque A solo le dará largas y más largas con el fin de que por sí mismo B sea consciente de que pasa completamente de su culo (A es un valiente, y de tanto que lo es me da dolor de estómago).

Analicemos:

          A: este sujeto aparte de ser bastante “falso”, es realmente cobarde. Con lo fácil que es en esta vida, con un poco de educación y tacto, rechazar a otra persona y más aún cuando no ha surgido nada entre esas dos personas, como mucho las ganas de verse (por parte de B) o una mínima ilusión sexual (que surgirá si A se cepilla a B y a este último le agrada), o porque simplemente a B le atrae A.

Nooooooooooooooo, mejor actuar dando falsas ilusiones (sí, ilusiones, porque B ve las cosas como le sale de los cojones, es decir, las ve bien, con un poco de ilusión por haber conocido a alguien que le interesa), y luego poco a poco convertir la situación en un “estoy pasando de ti, sin decírtelo, a ver si te das cuenta por ti misma/o”. Penoso, falso, patético e indigno de cualquier persona. Un par de coj… agallas y a ser sincero, que es más fácil al final.

 

             B: pobre imbécil que es objeto de uso por parte de A, que no es consciente de su situación porque A no tiene valor suficiente para decirle “hasta aquí”, así que es el que se lleva el chasco, que lo superará rápido como un rayo. Depende de la persona, aunque  lo normal es que sí.

 

                              Éste sería el “mareo rápido”, por llamarlo de alguna manera, pero luego puede convertirse en el “mareo largo”, donde los sentimientos pueden estar muy firmemente arraigados y la situación puede ser un auténtico drama, ya que la persona ignorada no se librará de una constante incertidumbre, que le generará como mínimo estrés y ansiedad a partes, si Dios quiere, iguales.

Tirar la caña y no recoger el sedal, pero mediante argucias y engaños hacer pensar a la otra persona que sí, es algo realmente detestable, y acabar con la relación entre ambos usando los clásicos medios del “mareo” ya es lo peor.

Estos medios son:

- Ignorar completamente la existencia del otro individuo de un día para otro, aunque esa persona esté siempre pendiente e intente establecer contacto permanentemente (a esto lo llamo yo “tortura psicológica”).

- Usar a otras personas para que el/la imbécil se entere por ellos de que el personaje de turno está con otra persona, así se ahorra decirle nada y le hace darse cuenta de que le importa una puta mierda.

- Mentir como un/a cabrón/cabrona, pero bueno, está claro que el que marea durante mucho tiempo a otro no puede haber dicho más de dos verdades seguidas en ningún momento.

 

 

                         ¿No somos todos tan inteligentes, guapos y chulos? Pues entonces, ¿por qué ninguno podemos, en las situaciones en las que hay que ser realmente “capaces”, dejar las cosas claras a otras personas? Muy fácil mis queridos lectores, porque detrás de nuestras máscaras de “guays de la pradera” la mayoría somos unos cobardes, y en un pequeño porcentaje tan sumamente ególatras que ni siquiera nos damos cuenta que hacemos daño a otros por haberlos utilizado cuando nos ha dado la gana.

 

SIEMPRE ES MÁS FACIL MAREAR Y ESCONDER NUESTROS TEMORES, A SER SINCEROS Y LLEVARNOS UNA MALA CONTESTACIÓN, QUE EN LA MAYORÍA DE LOS CASOS ES LO QUE SUCEDE. LAS PALABRAS DUELEN, PERO ES MEJOR ESO, PORQUE “EL MAYOR DESPRECIO ES NO HACER APRECIO”.

 

Y esta vez firmo la entrada, que me ha salido del alma:

                                  

                                           georgekratos