Suele
considerarse el mareo el hecho de sentirse indispuesto por una serie de
circunstancias que escapan a nuestro control (bueno, en algunos casos con Biodramina
es mucho más fácil de superar) por los cuales nos encontramos muy mal, con
ganas de vomitar, incluso dolor de cabeza. Lo suele provocar factores como el
vértigo, la navegación, ir de fardo en un coche o una circunstancia externa por
la que nuestro cerebro no es capaz de procesar con claridad y se alía con
nuestro estómago para darnos el día.
El diccionario define el mareo de la siguiente manera: “desasosiego
o turbación de la cabeza y del estómago que se experimenta en, por ejemplo, la
navegación”.
Bien, una vez definido el término, lo cual me ha permitido
empezar de un modo interesante esta entrada, os comunico que no me refiero a
este tipo de mareo ni por asomo (¿impactante verdad?), aunque tiene algunos
puntos en común, como son los dolores de cabeza (de tanto darle vueltas) y el
dolor de estómago en algunos casos (ya me entenderéis).
El mareo al que yo me refiero es de otro tipo: es aquel que
todos hemos vivido en nuestras carnes en más de una ocasión a lo largo de
nuestras vidas, no nos lo ha ocasionado un coche, un hidropedal, ni la brasa de
nuestra querida “yaya” Paqui.
Me
explico: a lo largo de nuestra existencia vamos conociendo personas que nos
hacen ver las cosas desde otros puntos de vista, que nos aportan su amistad, su
amor, su comprensión, su dinero (pocas veces) y su visión de las cosas, dando a
nuestra perspectiva de la realidad nuevos matices que van dando forma a nuestra
manera de pensar y obrar en determinadas circunstancias. Pero luego existen
otros “seres” que lo único que nos aportan son dolores de cabeza y situaciones
lamentables.
Algo que está sobrevalorado en los tiempos que corren es la
“sinceridad”, todo el mundo dice que “va de frente”, que las cosas hay que
“dejarlas claras” y que no hay hueco para los tapujos, las mentiras ni las
medias verdades. Se critica sobremanera a las personas que consideramos
“falsas”, porque simplemente no nos caen bien y nos ponen buena cara cuando les
vemos, con el fin de que les dejemos en paz lo antes posible, anteponiendo sus
intereses a los nuestros, es decir, que en el fondo y sin llegar a coger el
cubo todos somos muy falsos con los que nos importan una mierda y mejores (al
menos un poco más) con los que simpatizamos.
Bien, al ser todos tan guays y tan echados para adelante, con
más cojones que Rocky cuando se curra con Ivan Drago, lo que no me entra en la
cabeza, en una sociedad tan abierta, plural y digna es por qué jugamos unos con
otros como si fuéramos unos titiriteros y el bobo/a de turno nuestro títere.
A partir de esta hermosa reflexión es cuando voy a empezar de verdad a
explicar lo que es un auténtico “mareo” entre dos seres humanos.
Es bastante sencillo, el sujeto que marea será A que conoce
al sujeto B (el futuro mareado). En un principio entre ambos surge química,
quedan juntos, se divierten y se lían (puede que se acuesten inclusive), pero
pasa el tiempo y el sujeto A empieza a no querer saber nada del sujeto B. Lo
lógico en este caso sería que A le comunicara a B sus intenciones hacia él, que
en este caso es darle puerta y no querer saber nada de él en lo que le queda de
vida; esto no es nada malo, simplemente A pasa de B, así que lo mejor es
dejarse de memeces y cada uno para su casa y tan contentos (más A que B). Pero
si esto pasara entonces no sería un “mareo”, sería lo que debe pasar. El mareo
surge cuando A no tiene el valor necesario para decirle a B que no quiere nada
más con él, entonces es cuando se producen los más lamentables hechos, ya que
si B sí que quiere saber de A, entonces se esforzará en agradarle, en
establecer contacto para hacerle ver su interés, haciendo el ridículo
realmente, porque A solo le dará largas y más largas con el fin de que por sí
mismo B sea consciente de que pasa completamente de su culo (A es un valiente,
y de tanto que lo es me da dolor de estómago).
Analicemos:
A: este sujeto aparte de ser bastante
“falso”, es realmente cobarde. Con lo fácil que es en esta vida, con un poco de
educación y tacto, rechazar a otra persona y más aún cuando no ha surgido nada
entre esas dos personas, como mucho las ganas de verse (por parte de B) o una mínima
ilusión sexual (que surgirá si A se cepilla a B y a este último le agrada), o porque
simplemente a B le atrae A.
Nooooooooooooooo, mejor actuar dando falsas ilusiones (sí,
ilusiones, porque B ve las cosas como le sale de los cojones, es decir, las ve
bien, con un poco de ilusión por haber conocido a alguien que le interesa), y
luego poco a poco convertir la situación en un “estoy pasando de ti, sin
decírtelo, a ver si te das cuenta por ti misma/o”. Penoso, falso, patético e
indigno de cualquier persona. Un par de coj… agallas y a ser sincero, que es más
fácil al final.
B: pobre imbécil que es objeto de uso
por parte de A, que no es consciente de su situación porque A no tiene valor
suficiente para decirle “hasta aquí”, así que es el que se lleva el chasco, que
lo superará rápido como un rayo. Depende de la persona, aunque lo normal es que sí.
Éste sería el “mareo rápido”,
por llamarlo de alguna manera, pero luego puede convertirse en el “mareo
largo”, donde los sentimientos pueden estar muy firmemente
arraigados y la situación puede ser un auténtico drama, ya que la persona
ignorada no se librará de una constante incertidumbre, que le generará como mínimo
estrés y ansiedad a partes, si Dios quiere, iguales.
Tirar la caña y no recoger el sedal, pero mediante argucias y
engaños hacer pensar a la otra persona que sí, es algo realmente detestable, y
acabar con la relación entre ambos usando los clásicos medios del “mareo” ya es
lo peor.
Estos medios son:
- Ignorar
completamente la existencia del otro individuo de un día para otro, aunque esa persona esté siempre pendiente e intente
establecer contacto permanentemente (a esto lo llamo yo “tortura psicológica”).
- Usar a otras
personas para que el/la imbécil se entere por
ellos de que el personaje de turno está con otra persona, así se ahorra decirle
nada y le hace darse cuenta de que le importa una puta mierda.
- Mentir como un/a cabrón/cabrona, pero bueno, está claro que el que marea durante mucho tiempo a otro no
puede haber dicho más de dos verdades seguidas en ningún momento.
¿No somos todos tan
inteligentes, guapos y chulos? Pues entonces, ¿por qué ninguno podemos, en las
situaciones en las que hay que ser realmente “capaces”, dejar las cosas claras
a otras personas? Muy fácil mis queridos lectores, porque detrás de nuestras máscaras
de “guays de la pradera” la mayoría somos unos cobardes, y en un pequeño
porcentaje tan sumamente ególatras que ni siquiera nos damos cuenta que hacemos
daño a otros por haberlos utilizado cuando nos ha dado la gana.
SIEMPRE ES MÁS FACIL MAREAR Y
ESCONDER NUESTROS TEMORES, A SER SINCEROS Y LLEVARNOS UNA MALA CONTESTACIÓN,
QUE EN LA MAYORÍA DE LOS CASOS ES LO QUE SUCEDE. LAS PALABRAS DUELEN, PERO ES
MEJOR ESO, PORQUE “EL MAYOR DESPRECIO ES NO HACER
APRECIO”.
Y esta vez firmo
la entrada, que me ha salido del alma:
georgekratos