lunes, 7 de mayo de 2012

MI PRIMERA VEZ


 




                                                               

                                           Ríos de tinta han sido escritos por el hombre a lo largo de la historia sobre este apasionante y delicado tema, desde todas las perspectivas posibles, ya sea haciendo hincapié en la parte más pasional, en la más romántica, física o simplemente en la más gamberra (mi favorita sin duda, además de mi especialidad); así que comencemos a analizar este hermoso e importantísimo tema, basándonos en una parejita típica de adolescentes en la que evidentemente ambos son vírgenes, y para ello daremos respuesta a unas sencillas cuestiones:

¿Para quién es más importante perder la virginidad?
 
                             Para una mujer no tiene el mismo valor, ni el mismo sentido que para un chico (y escribo chico y no hombre porque nosotros tardamos en madurar unos quince años más que una mujer, por norma general), una señorita tiene mucho más mundo interior (sensibilidad) y sentimental, debido, claro está, a su mayor y más temprana madurez física e intelectual.
También debemos mencionar la excesiva influencia del cine estadounidense en lo referente a este tema en los cerebros de los chavales españoles, las pelis de “adolescentes americanos” deseosos de sexo, y la idolatría absurda de la “virginidad femenina” es un factor común en todos estos films, llenando los cerebros femeninos de gilipolleces lamentables que las hacen pensar que entregar su “flor” es algo único, mágico, romántico y solo digno de su príncipe azul (algo “supermegaultrapiruleto-especial”).
Aun así, la mujer es más consciente de su propia sexualidad y tiene un concepto más romántico de lo que supone la práctica del amor.
 Como siempre digo, una mujer necesita sentir algo por la persona con la que se acuesta, algo especial (que le haga al menos un poco de tilín), por lo que al tratarse de la primera vez, lo que más busca es conseguir estar con un chico que le dé el “amor” y la “confianza” necesaria para llegar hasta el final. Con ello sus necesidades sentimentales quedan plenamente cubiertas, ya que el convencimiento de que hay sentimientos amorosos es claro y nítido para ella (vamos que la pobre se cree que el otro salido es el hombre de su vida).
Conclusión: la mujer debe sentirse amada y arropada por su pareja para dar el paso definitivo en este tema.

Pasemos a la visión de los “chicos”:
              El macho ibérico en su juventud, es un ser lleno de instintos sexuales, está más salido que el pico de una mesa, se masturba como un mono y sus pensamientos los ocupan pechos y culos de todo tipo, tamaños y formas; aparte del fútbol, solo piensan en eso, de manera constante y continua, todos quieren perder la virginidad con ansiedad, ya que el deseo sexual que generan sus alteradas hormonas les turba el juicio.
La falta de madurez intelectual en el hombre, asociada a la ansiedad anteriormente mencionada, dan lugar a un cóctel peligroso, que tiene como consecuencia que en un grandísimo número de casos, se retarde la pérdida de la virginidad durante años para más de uno, que se le nota demasiado que es un pervertido. Los más serenos e inteligentes son los que consiguen salir con una chica, prometerle “amor eterno” y de esta forma estrenarse con dignidad y sin tener que gastarse ni un euro.
Conclusión: los chicos solo quieren comerse unos pechotes y mojar, conseguir desvirgarse lo antes posible para chulear a sus amiguetes vírgenes.
Este podría ser el primer trauma en la vida de una mujer, lo que ayuda a explicar por qué son tan desconfiadas al llegar a una edad más adulta.

¿Quién compra los anticonceptivos (condones)?

               Es un punto importante, ya que una de las situaciones más lamentables por las que pasa un hombre en su vida es precisamente el momento de ir a una farmacia a comprarlos. Solo, delante de todo el mundo y, para más miseria, el dependiente es mujer (en el 97,98% de los casos). Si la tía se tira el rollo será algo vergonzoso pero rápido, si quiere reírse del chaval tiene muchas maneras de hacerlo, basta con preguntarte cositas en plan, ¿qué marca prefieres?, ¿te apetece de sabores?, ¿qué tamaño necesitas?, ¿retardantes?, ¿te pongo lubricante para tu chica? En fin, que te puede poner más colorado que un inglés en Benidorm.
Opciones para evitar este ridículo patético: si tienes hermanos mayores experimentados (que hayan comprado condones con anterioridad, quiero decir), conseguir que te los compre uno de ellos sobornándole con lo que haga falta, cediéndole más de tu porno, videojuegos, dinero… lo que sea con tal de conseguir el objetivo.
Si no tienes hermanos mayores, pues te jodes, pero aún así puedes evitar el ridículo con clase y sin pasar tan terribles apuros, ya que la venta de preservativos no se reduce solo a las farmacias, los grandes centros comerciales (Carrefour por ejemplo) también tienen parafarmacias donde se comercializan estos anticonceptivos, lo cual si tienes hermanos también te favorece pudiendo pillarlos allí sin tener que pagar un duro a tu brother por “ayudarte”.
Solo tienes que coger la marca que te recomendaron tus amigos (aconsejados por sus hermanos mayores), y salir disparado a la caja para que te lo cobren y escapar a toda prisa de tan incómoda situación. Un consejo: puedes disimular comprándote unos phoskitos o algo así, pero cuando eres crío no puedes evitar sentirte humillado ante la sonrisita burlona de la cajera de turno.
En casos de timidez extrema puedes pedir a tu madre, jamás a tu padre, que te compre los condones ¿Por qué a tu padre no debes decírselo? Muy sencillo: si se lo pides a él, le pasará inmediatamente el marrón a tu madre, así que para qué perder el tiempo con tu viejo. Pobres madres, lo que se ven obligadas a hacer por nosotros, en fin…

                         En este tema, que quede claro que en el 97,97% de los casos será el macho el que debe conseguir los preservativos. Es lógico, ¿una niña de quince años comprando condones? No es plato de buen gusto para ninguna de ellas, y las miradas acusadoras de los que las rodean pueden ser realmente traumáticas para ellas. El mínimo porcentaje restante lo ocupan las chicas a las que sus madres les proporcionan los anticonceptivos (mamis modernas medio hippies) y las que los consiguen por medio de sus mejores amigas (las que ya lo han probado claro).

¿Dónde y cómo lo hacemos?

                                El lugar está claro que va a ser la casa del uno o del otro, la falta de medios económicos impide que se pueda hacer en una habitación de hotel (a menos que ahorren la paga durante meses, cosa que por la ansiedad masculina no va a poder ser), o en un coche (sin carné de conducir es complicado que papi te preste el coche). Por eso, esperaremos a que uno de los dos se quede solo en casa para poder ir a “hacer el amor”.
La preparación se pasará por alto, es decir, una vez en la habitación de “Manolito”, los dos están y han estado tan nerviosos durante los días previos (comprando los condones por ejemplo) que no se les ha ocurrido poner velitas aromáticas, música romántica, pétalos de rosa y mariconadas así, él está tan ansioso por probar la fruta prohibida y ella tan acojonada de lo que le pueda pasar, que la situación, reconozcámoslo, suele ser bastante lamentable.
Un chico es más bruto e inconsciente, le importa una mierda el desnudarse delante de su “novia” por primera vez, ya han hecho cochinadas antes, y ella sabe lo que hay (tamaño del pene de Manolito). Solo una idea ocupa su mente: “perder la virginidad”.
Una mujer es más vergonzosa, culpa de la sociedad que la rodea, con todo el rollo de la belleza femenina, de ser la más guapa, la más delgada (de ahí la bulimia y la anorexia) y todas esas putas gilipolleces, con las que más de un hijo de puta se hace de oro, vendiendo sus mierda-productos para idiotas. Esta inseguridad, para ser superada, necesita de ese grado de intimidad tan grande que solo consigue una mujer cuando está con la persona a la que considera que ama.
Respecto al cómo lo hacemos, generalmente se probarán muy pocas posturas, misionero y punto probablemente. 
Amor, miedo, ansiedad y la timidez propia de una mujer que está a punto de entregarse hace que sea inevitable un enorme nudo en la garganta. Esto se traduce en que la penetración se complicará durante un buen rato, y encima la situación irá acompañada de frases como: “por aquí, poco a poco”, “me haces daño, más despacio”, “no seas bruto”,  “ponte ya el condón melón”, “eso es mi culo”, etc. Lo cual hace que la situación sea aún más especial (jejejeje).
Será de coña, y encima la pobre sufriendo porque le duele, y a menos que se le haya roto el himen en clase de gimnasia, la cosa va a ser peliaguda, y resuelta de manera más que brusca por parte del chico, meneo al canto y a tomar por culo, así somos de burros los tíos.
Así que cuando más o menos haya un deslizamiento decente, un par de minutos de empujones, donde la mujer hace de tripas corazón y aguanta los meneos y explosión final de Manolito entre jadeos de felicidad y amor.

¿Cómo ha ido la cosa?

                          Para ella no muy bien, debido en gran parte por lo que sabía que iba a pasar, ya sea por sus amigas, sus familiares (mujeres) o google. Tenía varias cosas muy claras, la peor, la que más le preocupaba, que le iba a doler y después que no se iba a enterar de una mierda, en el 99,99% de los casos la primera relación sexual de una mujer no puede considerarse ni “mínimamente satisfactoria”. Dejamos el 0,01% para las que mienten respecto a su virginidad (golfillas).
Evidentemente lo citado ocurre, así que le duele y encima no siente gran cosa, por lo cual menuda mierda, pero se generará en ella una curiosidad innata por continuar experimentando sexualmente con el fin de obtener la satisfacción que sabe que puede llegar a disfrutar con el tiempo y la experiencia.
Respecto al chico, no nos engañemos, aunque eyacule (cosa que va a ser complicada, pero no imposible, debido a que probablemente por los nervios de ella, meter el pene en la vagina va a ser una tarea más que complicada, problemas producidos por la falta de lubricación y tal, los nervios), disfrutando relativamente más que la mujer, tampoco considerará esta experiencia como algo extraordinario en el terreno de lo sexual, pero será un recuerdo entrañable y magnífico para toda su vida. El día que se convirtió en un “hombre”, pasando a ser un Dios para sus amiguetes vírgenes.
Finalmente abrazos, besitos, complicidad, una toalla para limpiar la que habéis montado y a planear el próximo intento, que seguramente irá mejor.